Asesinos

¿Deberíamos preguntarnos cuales son las similitudes o la diferencias en la muerte?. Creo que no hay discusión en ¿Cuándo? y ¿Dónde?, sino en el ¿Cómo? y el ¿Por que?. Aquel que muere de viejo es una persona que recorrió un largo trayecto, que disfrutó cada una de sus etapas: niñez, adolescencia, juventud, madurez y adultez. Que vivió su vida plenamente o supo sobrellevar el paso de los años. Aquel que muere de niño no disfruto mucho, no recorrió sus etapas y el goce de vivirlas, tampoco tuvo oportunidad alguna de intentar seguir subsistiendo.

Aquel que muere en la abundancia tal vez se lleve las mejores condecoraciones a la tumba, aunque esto no le sirva de mucho y eso solo le de paz a los que aun viven. Aquel que muere en la miseria será el más lamentado, quien no podrá incluso tener una despedida digna, aquel que solo se llevara consigo lo puesto sin más ni menos.
Aquel que se suicidó fue por decisión propia, por que el así lo quiso y dispuso que su vida ya no tenia razón de ser. Aquel que es asesinado, en cambio, le robaron la vida, le arrebataron la oportunidad de seguir adelante. La oportunidad de aciertos y errores, la oportunidad de vivir.
Aquel que muere por problemas de salud, se debe a que su fisonomía así lo quiso, por que su cuerpo no puso afrontar el desafío de mantenerlo en pie, por que la ciencia y la medicina no pudieron intervenir. Aquel que muere a “causa del sistema”, muere de hambre por que no pudo comer, no pudo ingerir el alimento necesario para poder subsistir, por que no contó con las posibilidades que otros contaron. No pudo decidir su destino, solo ocurrió.
Ahora bien, ya sentenciadas algunas sino todas las razones por las cuales dejamos de existir, día a día mueren personas en nuestro pías. Pero quien aborda la peor realidad es aquel niño que muere en la indigencia a causa del sistema, de la exclusión de oportunidades y el desinterés de muchos. Creo que es indispensable preguntarse entonces: ¿Quiere morir?, ¿Quién lo esta matando?, ¿Qué podemos hacer?, ¿Somos cómplices?

Por Matías Toledo